La nueva película de Michael Haneke habla de la vida. La vida sea larga o corta nos devuelve con su mirada de espectadores que nos observamos a nosotros mismos el retrato de enfrentarse a el final de la existencia. Un matrimonio en su última etapa - Georges y Anne- profesores de música jubilados llenos de una gran vida se les presenta la enfermedad, el dolor, la decrepitud, el deterioro, el sufrimiento como un problema tal como parece que la sociedad les advierte. Hay que hacer alguna cosa para buscar los remedios que hija, alumno aventajado, autoridades, amigos y vecinos proponen, divulgan para someter la vida a una agonía estética indolora, insípida, ... Que no se vea, que no nos atrape , que no se presente como algo irremediable aunque lo sea, ... La primera escena consigue advertirnos como espectadores de la experiencia cinematográfica que nos devolverá algo a lo que no estamos acostumbrados. La sala de cine repleta sirve para escuchar los comentarios previos a la sesión con el total desconocimiento de aquello que se viene a observar, a mirar, a ver pero en ningún momento parece que los espectadores estén dispuestos a contemplar de manera que los elementos del retrato les interpelen.
Por eso el silencio que nada más comenzar el film se produce en la sala desgarra con la mirada que ofrece el director de Funny Games , La pianista, El tiempo del lobo, Caché, La cinta blanca nos propone. ¿Por qué ese silencio que parece cortar la mirada con el mensaje que Haneke nos ofrece ?
De nuevo los interrogantes que plantea el director propone una reflexión entorno a el cine como experiencia de vida o existencia, el mismo afirma que huye del sentimentalismo comercial que moraliza en nuestro ojo todo aquello que nos depara la narración fijada y determinada. Por eso Brecht y Antonioni son referentes en esa distancia que adquiere su cine con la mirada ética que irrumpe entre la sala del público. Tampoco sorprende que sea la protagonista la actriz de la excelente película "Hiroshima , mon amour" de A. Resnais
"Moriría de la lástima que me produjese ver a otro como yo me hallo" Shakespeare, W El rey Lear .
Haneke esparce la semilla del dolor para atrapar con su cine la representación de una sociedad ausente a lo largo de toda la vida de la pregunta misma por saber vivir y aprender a morir mientras se vive. Platón en el diálogo del "Fedón" nos planteaba esta pregunta como un deseo de alcanzar ese aprendizaje y por eso no es extraño que ambos pensadores nos propongan la misma solución final. Una solución acorde con los tiempos que todavía hoy la sociedad rechaza y penaliza como si fuera un tabú social incomprensible e inhumano. Pero en la ternura de las imágenes cuando una suave caricia parece intentar mitigar el dolor entre dos manos viejas y llenas de arrugas que se hablan con tanto y tanto amor nos permite ver a lo largo de las dos horas y pico algo más que cine. ¿Cómo entender que nuestros padres mueren o morirán algún día y nos separaremos aceptando lo que venga ? ¿Cómo renunciar a la vida de los otros con ese miedo a nuestra propia muerte ? ¿Por qué el amor no es el cuidado que los servicios médicos nos ofrecen como expertos en terapia paliativa ? ¿Qué decir frente a lo que uno ha sido a lo largo de la vida a través de la palabra o del gesto cuando la muerte se aproxima ? Haneke nos habla de nuevo de un tema humano. Ahora me viene a la memoria la muerte del poeta mallorquín Miquel Bauçà hace unos años solo y encontrado en su domicilio al cabo aproximadamente de 80 días de morir. Entonces los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia sin reflexionar sobre como se podía producir una muerte en una sociedad industrializada como la nuestra .
Haneke pues realiza un requiem sin caer en la emotividad, la frivolidad de sentimientos y emociones aunque paralice al espectador por su carga conmovedora. Creo que precisamente no establecer ninguna distancia entre la mirada del espectador y el relato de la experiencia permite esta complicidad con el amor que nos desvela. Nada en ella es anecdótico ; la casa que se va engrandeciendo de un inicio hasta el final huele a tiempo, a vida , a cultura, a existencia, ... ; el miedo que despierta a quien se enfrenta con el terror de los sueños que la parca parece desvelar; el cuerpo como elemento de dignidad atrapado en ese caparazón marchito se despoja de falsas miradas que la axiología de los valores nos pretende siempre inculcar; incluso la heroicidad de quien se decide a si mismo no querer renunciar a la vida de amor compartida con el otro queda absorbida por la metáfora que la paloma recoge al final del viaje; o la Ofelia que presenta al final engalanada de flores en el agua que prepara su amor en compañía del vestido que meticulosamente prepara para la escenografía final ..... El piso queda deshabitado de algo más que unas vidas con la puerta que cierra con un "cógete el abrigo ..y nos devuelve la expresión de AMOUR entre un balbuceo automático que clama y expresa DOLOR, DOLOR , ......
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