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lunes, 24 de octubre de 2011

Peter Bieri , Fragmentos del novelista Pascal Mercier .Profesor de Filosofia del Lenguaje .

El culto es un lector. Pero no basta con alguien que sepa mucho y sea un
ratón de biblioteca. Hay – por muy paradójico que suene – un erudito inculto. La diferencia es: el culto sabe leer los libros para poder cambiar.

«¿Entonces el humanismo no protege de nada?», preguntó Alfred Andersch
pensando en Heinrich Himmler, quien provenía de una familia burguesa cultivada humanísticamente. La respuesta es que sólo protege a aquél que no
sólo consume los escritos humanistas, sino que se interioriza en ellos; aquél,
que después de la lectura se transforma en otro distinto del que había sido
antes. Es un signo infalible de la formación cultural: cuando se consideran
los conocimientos, no como mera colección de información, no sólo como diversión entretenida o como adorno social, sino como algo que puede significar cambio interno y expansión, que puede traducirse en acciones. Esto no sólo es válido cuando se trata de asuntos de índole moral; el culto también se transforma por la poesía. Esto es lo que lo distingue del burgés formado
“culto”.

El lector de libros de texto tiene en su cabeza un coro de voces cuando busca
el juicio correcto sobre cierto asunto. Ya no está solo. Y algo pasa con él
cuando lee a Voltaire, Freud, Bultmann o Darwin. Después ve al mundo de
manera diferente, puede hablar sobre él de modo distinto y más diferenciado
y reconoce más interconexiones.
El lector de literatura aprende otra cosa más: cómo se puede hablar sobre
el pensar, querer y sentir de los humanos. Aprende el lenguaje del alma.
Aprende que es posible sentir sobre el mismo asunto de manera distinta de la
que está acostumbrado. Un amor diferente, un odio distinto. Aprende nuevas
palabras y nuevas metáforas para los sucesos anímicos. Como su vocabulario,
su repertorio conceptual se expandió, puede hablar más matizadamente sobre
sus vivencias, y eso a su vez le permite sentir de manera más diferenciada.
Ahora tenemos una nueva definición de la formación: el culto es aquél que
sabe hablar de manera mejor y más interesante sobre el mundo y sobre sí
mismo, que aquéllos que sólo repiten fragmentos de palabras y de pensamientos, con los que alguna vez se toparon. Su capacidad de poder articular mejor le permite ahondar y desarrollar cada vez más su autocomprensión sabiendo que eso nunca termina porque no hay manera de llegar a la esencia de uno mismo.


¿Qué tal sería ser culto?
Discurso del Prof. Dr. Peter Bieri, dictado en la inauguración de la Universidad Pedagógica de Berna








1 comentario:

Anónimo dijo...

"La prosperidad de mi lengua se revela en cuanto fue olvidado durante mucho tiempo y sin embargo visitado por las aguas" A.G


A veces se hallan por azar o empeño las palabras precisas, tant precisas y cercanas a la inexactitud de lo que nos pasa y vivimos. Articulamos, decimos y desdecimos y por momentos en éste juego nada liviano ni supérfuo entendemos un poco más a os demás y a nosotros mismos.

Seguiré pensando en lo que escribes en tú nuevo post. Grácias!

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