En la lectura se viven infinitas vidas posibles. Hace poco me encontré con los personajes de "El ruido y la furia "de William Faulkner , y me parecieron aterradores . En especial el hombretón con cerebro de niño que es cuidado por los esclavos . El relato de Faulkner situado en una época determinada retrata esa américa profunda a través de una familia que golpea, arremete, enerva, incluso uno de los hechos centrales , por donde gira el relato , la violación de una hermana por un hermano , el incesto , silenciado por el resto de la familia nos dibuja de forma cruel y esperpéntica una conducta absolutamente immoral.
En ese y otros relatos las relaciones éticas y estéticas nos enseñan mucho sobre la vida misma. ¿Cómo vivir una vida que señale ese vivir como bueno ? En esa diferencia entre vivir y existir , donde lo último nos exige a nosotras mismas cierta mirada crítica y reflexiva y nos advierte que deberíamos tener cierto cuidado con lo que hacemos, sentimos, percibimos, pensamos , puede que se responda a esa pregunta que nos hacemos .
Una estética existencial al estilo de Michel Onfray nos convierte en dandis hedonistas que las decisones nos llevan a no querer enfrentarnos a nada ni a nadie , porque nos causa dolor o sufrimiento. Esa cobardía exigirá un cierto modelo egocéntrico y egolátrico que se consume en el placer mediatico de ir viviendo en cierto confort personal y huir de todo lo que represente , algun tipo de adversidad posible. En ese hedonismo estético el modelo visual y de consumo telemático se apodera como si fuera una caja encerrada en si misma , que deja de compartir con nada ni con nadie absolutamente sus experiencias , nada verdaderas. En filosofía ese doble camino que el filósofo busca ; sea la felicidad como Espinoza dice, o sea la verdad como Platón busca , pueden entenderse como separados o pueden entenderse como unidos. ¿Qué hace que se vean de una o otra manera? En ese hedonismo epicureo , el placer , o la ausencia de dolor y sufrimiento se produce constantemente , un ejemplo seria lo que a veces algunos psicólogos o neuropsicologos proponen cuando indican que al niño o a los adolescentes no habría que hacerlos padecer. Esa idea de que el error, el fracaso no es bueno para el aprendizaje con un modelo de evaluación competencial donde todos y todas saben de todo y se creen que pueden alcanzarlo absolutamente todo , puede convertir el modelo relacional en una tirania de los emperadores y emperatrices. Está claro que en este pensar estético la existencia se convierte en una forma permanente de espectáculo que se proyecta hacia una felicidad permanente , insulsa y insípida. En otra de las novelas que nos pueden sugerir cierta ejemplaridad, Joseph Roth , nos relata la vida de Mendel Singer, un judio que vive en la zona oriental de Europa y que busca superar una existencia pobre, adversa, penuriosa escapando hacia América , ese espejismo que les salvará. Para eso incluso abandona a su hijo menor , Menuchin , discapacitado y epiléptico en el lugar de origen . Pero la salvación no llega , la riqueza y el dinero no garantizan absolutamente nada . La guerra y la muerte hace que el pobre viejo Mendel se desespere frente a un Dios que no le ha correspondido como este esperaba. Esa injusticia de quien siente que vive con el deber de amar y se encuentra con el silencio como respuesta. También en el personaje que nos retrata Máxim Gorki en "Mi infancia" de un niño que sufre constantemente las palizas de su abuelo , de su madre, de su abuela y que sometido a una pobreza extrema intenta sobrevivir en esa Rúsia zarista. Otro modelo de una vida absurda, deshubicada que nos permite entender que la estética por si sola no compromete a la persona. Sin embargo la ética requiere de un examen al estilo socrático que le advierte a una misma por su forma de ser y estar dentro del mundo. En esa responsabilidad la cobardía se opone frontalmente a la valentía , a cierto coraje de ser una misma. Una parresia que nos aparece como la relación que establecemos con lo que decimos, somos, pensamos y vivimos. Vivir no es existir, es aprender a saber estar en ese coraje que exige decir la verdad de lo que somos, hacemos y vivimos. Un coraje que frente al otro puede que nos haga perder la amistad, la pareja, el poder, el trabajo, incluso la vida misma. En la ética hay destierro y exilio como decía Zambrano , en la estética no.
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