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miércoles, 21 de abril de 2010

¿Quien olvido su zapatilla ?

Hace  dias que  tras el paseo matinal de las 6.45 de la mañana me encuentro con todo tipo de enseres y objetos curiosos. Hoy me he detenido para fotografiar uno que especialmente me ha llamado la atención. Al encontrarme con una zapatilla he pensado en ese famoso cuento de los hermanos Grimm en el que un zapato de cristal en ese caso representa la felicidad eterna. Quien recuerde el cuento de cenicienta se dará cuenta que el zapato representa un objeto para que la sublimación de los deseos de una mal nutrida y atareada fogonera acaricie el trono principesco. En esa relación entre el objeto y el sujeto propietario se produce un mundo imaginario de fetiches que lanzaran al poder una simple cenicienta , cubierta de hollín y abandonada por el cruel destino  en manos de su madastra y sus hermanastras. 
Seguramente mi imaginación pensando y meditando en cenicienta me traiciona puesto que dando vueltas al tema me doy cuenta que no resulta casualidad que me haya detenido y me pregunte sobre esta triste historia de la doncella que consigue al principe con su zapatito de cristal olvidado cuando corria de nuevo a sus tareas domésticas de cada día. Y si entro en la conciencia o la inconciencia en mi psicoanálisis descubro esos objetos que a veces los convertimos en sujetos . Estos dias acabando el curso de nuevo como la rutina de cada curso se proponen las intenciones -buenas o malas- para el año escolar que pronto vendrá. La confección de horarios, la discusión de la distribución de cursos y materias , la diversidad de grupos. Puede que en el cuento de cenicienta esté parte del misterio de ese inconsciente colectivo cuando salimos de detrás de los fogones, de los barridos, de la fregona y de nuestro aspirar polvo de cada día y encontramos el zapatito perdido, abandonado en medio del pasillo de nuestro palacio. 
En nuestro centro los años han configurado un lugar para guardar la escoba, la fregona, la aspiradora, el mocho, los cubos, la lejía, el jabón fácilmente. Nuestros grupos -que llamamos A - reprentan la tierra prometida :nuestra salvación. En estos grupos van a parar  los alumnos y las alumnas sin diagnóstico psicopedagógico claro o dictaminado, nuestros alumnos y alumnas desmotivados, nuestras causas perdidas. Alguien los llama grupos estandarizados pero más bien son personas que con sus propiedades , sus características, sus más y sus menos. Sorprende que se produzca un ritual cada curso para que estos alumnos que se acaban reivindicando se denominen a si mismos como : " soy Pepe del A " o bien " soy " Hamadiu del A". Para ellos pertenecer al "A" es garantia de calidad, de grupo, de clase. Sin embargo para el profesorado esa garantía ofrece sus ventajas puesto que se les exige : mocho, fregona, escoba, bayeta, aspiradora y poca cosa más. Podemos decir que simbolizan perfectamente la cenicienta de nuestro cuento. Y si recordamos un poco más , en el cuento cenicienta resulta ser quien es porque la madrastra y sus hijas han decidido que sea quien realice las tareas de la casa. Cenicienta nunca ha sido sentada a la mesa para compartir la comida en familia, nunca ha  podido compartir las tareas, nunca ha tenido vacaciones, ni besos o abrazos, ni cariño, ni nada por este estilo. Cenicienta pertenece a un grupo "A". Si nuestro cuento fuese actualizado seguramente tendría una niña llamada " Saba , Nohshem, Fatima, Cristina Lorenza, ....". Pero si continuase nuestro cuento descubririamos que esa cenicienta vive feliz ignorando entre fogones y hablando con sus ratones sobre sus fantasias. No hay nada como ignorar al ignorante, ocuparlo en sus quehaceres y abandonarlo a su suerte. 
Cada año cuando recogemos los alumnos/as al finalizar el curso ( el baile) aquellos que superar la educación secundaria obligatoria reciben nuestra felicitación. En estos grupos "A" que han ido año tras año separados, diferenciados, bajo objetivos no básicos sinó mínimos , convertidos en residuos les damos la mano, dos besos y los enviamos a eso que se llama el mundo adulto y laboral. Cuando marchan se llevan su fregona, sus mochos, sus escobas, sus aspiradoras , con todo lo que han aprendido. Los otros que también participan del baile final los aplauden y se rien unos de otros. Marchan algunos sin saber leer ni comprender una lectura, sin comprender un fragmento de poesia, sin entender del todo una simple orden o instrucción. Marchan algunos sin alcanzar un nivel básico y estandar , de lo común como los otros, sin suficiente autonomía para saber vivir por si solos o por si solas. Y si les haces una simple pregunta : ¿Quién fué García Lorca ? te miran a los ojos y sólo saben responder yo que sé. 
Por eso el zapato que ha despertado en mí algo más que curiosidad es la excusa perfecta para seguir hablando de lo de siempre sin hacer nada, sin encontrar posibles principes para nuestras destronadas personas que se autoexcluyen para no parecerse a nada. 
Y en lo profundo del debate sobre el que hacer con los "A" a nadie se le ocurre darles una oportunidad que algún día pasen a ocupar una plaza definitiva en un grupo B,C:D;E....¿Por què nos cuesta tanto creer en cencienta, pensar en el final de los cuentos felices, ?

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