Dentro de todas las familias propias o añadidas encontramos recuerdos. Alberto Winterhalder García superviviente alemán del desembarco de Normandía murió hace pocos días y junto con mis familiares asistí a su entierro. Lo conocía poco pero había oido hablar de él en muchas ocasiones. Su hijo Albert periodista especializado cuando hablaba de su padre lo hacía con una ternura amable y apasionada. No era un simple alemán que luchó en 1942 como artillero antiaéreo que más tarde defendió la base de submarinos de La Rochelle. En su entierro determinó ser incinerado como se hace con los hermanos franciscanos , sonando la música de Gleen Miller y con esa bella canción francesa cantada por Matieu. Salvó su vida siendo internado en el campo de prisioneros de Fort Devens en Massachusetts. Poco a poco el mismo explicaba que empezó a darse cuenta de las atrocidades nazis de los campos de exterminio. Pronto saldrá el libro que su hijo en los últimos tiempos reescribia acompañando cada tarde a su padre para escribir sus memorias "El Faro de las Ballenas" . Creo que las contadas ocasiones que tuve contacto con él directo o indirecto me sorprendió su humanidad , su optimismo a sus más de 90 años por la vida y por demostrar con la gente generosidad. Siempre decía que no debíamos olvidar los tiempos aquellos de terror y verguenza. Las palabras que su nuera le escribió en su entierro describian un hombre sincero, alegre, amable, cariñoso, amante de las lenguas para comunicarse puesto que dominava perfectamente más de 6 , su amor por el arte pintando en sus ratos libres, la pasión por la lectura y la escritura que le llevó a querer redactar sus memorias.... frágil ya en sus últimos años pero lleno de unos ojos vivos que desprendían ofrecimiento al otro , sus compañeros de habitación a quien cuidaba ....
Seguramente Alberto pudo reconciliarse con la vida , con su pasado , consigo mismo por aquello que le toco luego más tarde vivir y poder compartir...
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