Sin embargo no aprendia de nada y menos de nadie. La experiencia que tantas veces le había servido para reconocerse que lo suyo era más bien teòrico ahora no la dejaba indiferente. Apoyada en su mismo vivir no tenia ningún refugio en el que caerse tendida. Se sentía estúpida.
Como la que más, se decía así misma que jamás volvería a vivir como entonces. Siendo simplemente un residuo de lo que la habían hecho. Atrapada entre sus vicios y virtudes se debatía cada momento por quedarse atrás y renunciar a todo lo que todavía le quedaba. Su conciencia. El Otro le venía grande. Ese otro que le anunciaba cada mañana que no continuase su existencia y que la arrastraba hacia un no ser , un no vivir , un no experimentar , un no decir... Ella limite de sus propios fantasmas se repetía mil veces que la historia le había maltratado y que ahora ya no le quedaban más que los hechos para contarla y recordarla como esa estúpida que era. Sin embargo supo en ese preciso instante que se instalaba para siempre en su estado de estupidez permanente apartada del mundo y refugiada en su mismo yo. Estúpida conciencia de ser que se evade de todo , de alguien , del nosotros y del Otro.
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