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viernes, 5 de enero de 2018

LA FEROCIDAD DE LA FELICIDAD

Si fuésemos perfectos desconocidos como la última película de Álex de la Iglesia no guardaríamos ningún secreto. La luna de sangre nos delataría en el juego de nuestras mascaradas como si se tratase de un revés a pelota perdida . 
La ferocidad de la felicidad consiste en agarrar la vida y no querer soltarla. Digo esto porque si la verdad nos relaciona lo que yo soy  como un camino de búsqueda interior y de sinceridad con lo que somos y hacemos para convertirnos en lo que pensamos; la ruta de la felicidad es una idea que nos relaciona más con el nosotros  que con el  yo interior. 



¿Acaso la felicidad no es una idea feroz y revolucionaria que nos agarra por los deseos más primarios y nos lanza a vivir ?  En la experiencia del vacío del budismo la disolución de la auto imagen para perder los límites físicos y mentales concibe la naturaleza de la mente en un desierto , un vació. El vació es la desindentificación de uno .La Shunya o vació nos sitúa frente a esta felicidad conseguida como el desierto sin máscaras de las capas que nos hemos generado con pensamientos, sentimientos, emociones, deseos, expectativas . Ese yo consciente que creemos que nos sostiene en el fondo deja de existir cuando dejamos de creer en la personalidad como una realidad en si misma . O sea, cuando dejamos de creernos a nosotros mismos como persona que nos sostiene empezamos a encontrarnos con esa experiencia del vacío algo situado en la felicidad de una ética spinoziana. 




La felicidad para Spinoza es la ruta de la tolerancia , en este sentido su propuesta desubicada del Dios cristiano trascendente lo posiciona como un Dios no antropomorfizado , como naturaleza entendida como DIos. La naturaleza es precisamente este Dios como infinito gozo de existir o ser . En este sentido el budismo como fascinación hacia esta bodichita es el encuentro con una existencia esencial , con ese yo vacío, ese yo que rompe con la falsa representación del yo , , la falsa identidad del yo . Por eso la verdad es una idea diferente a la felicidad . Spinoza entiende esta ferocidad de la felicidad como vínculo con el nosotros , con una naturaleza llena de este Dios deshumanizado . La felicidad es una experiencia de entusiasmo, de júbilo de alegria poro la vida misma. La felicidad ese esta perdida de las categorías que nos creemos existen y configuran lo que pensamos de ese yo continuo. 


La existencia como vida feliz sólo es posible si nos vaciamos de las mochilas de tantos objetos que arrastramos fruto de creencias por eso el vacío del budismo convierte la experiencia de desintentificarse uno con lo que cree ser. La existencia es la posibilidad de enfocarnos no en este yo falso y confabulador de mascaradas sino más bien en observar claramente lo que significa vivir sin apariencias. 

Meditar sobre la vida permite precisar nuestra mirada hacia el objetivo de una felicidad que se sitúe en vivir como práctica para desprendernos de nosotros mismos , para dejar de identificarnos con lo que nos genera miedos, inseguridades. A la felicidad se llega por el camino de la alegría desbordante y de la acción , como aumentar el buen humor , disfrutar del cuerpo que tenemos, practicar la generosidad, tener ganas de conocimiento de uno mismo o misma , o sea instalarnos en la joya eterna de vivir . Pero se trata de vivir como una forma de existir convirtiendo todo absolutamente en una feroz lucha por nadar contra la corriente de quien se queja siempre, de quien esta malhumorado, de quien esta triste y disgustado, de quien lo ve gris todo, de quien se cansa al primer intento, de quien no lucha por ser feliz . Actuar para vivir con la alegría desbordante de encontrarnos con la belleza de la naturaleza transformadora para cambiar lo contrario e inevitable. La generosidad que en el budismo es esta bodichita nos convierte en desiertos de apariencia y desprovistos de estos egos permite que nos demos a los demás 

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