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martes, 30 de enero de 2018

LA PARÁBOLA DEL JARDINERO



Un día llegan dos exploradores a un rincón roturado en medio de la jungla. En aquel rincón crecen muchas flores y hierbas. Uno de los exploradores dice: “Habrá un jardinero que cuida de este rincón”. Pero el otro no está de acuerdo: “No hay ningún jardinero”. Y así plantan sus tiendas y montan la guardia. No aparece


ningún jardinero. “Quizá es un jardinero invisible”. Entonces los dos ponen una barrera de alambre espinoso y la electrifican. La búsqueda es encomendada a dos perros policías (por si acaso el jardinero invisible pudiera ser percibido por el olfato). Pero ningún grito hace pensar que un intruso haya recibido una descarga eléctrica. No se notan movimientos del alambre espinoso que puedan denunciar a un trepador invisible. Los perros permanecen en silencio. Todavía el creyente no se convence: “Es un jardinero invisible, intangible, insensible a las descargas eléctricas, un jardinero que cuida secretamente el jardín de sus amores”. Por fin el escéptico se desespera. “Pero ¿qué queda de tu afirmación originaria? Ese jardinero que tú consideras invisible, intangible, eternamente esquivo, ¿en qué se diferencia de un jardinero imaginario o incluso de ningún jardinero?”.


Flew, Parábola del jardinero.


En aquel momento aparece un tercer intruso que pretende poner un poco de paz en tan acalorada discusión. “¿Habéis visto qué es lo que hay más allá del jardín?”. -¡no!, le responden un tanto desconcertados los dos personajes. “Por un lado -continúa el tercer intruso- es cierto que no podría haber un jardín de no existir un jardinero que lo cuidara. Por otra parte, el hecho de no tener la presencia inmediata de dicho jardinero nos lleva a pensar que éste no existe. Sin embargo, ¿qué es lo que conocéis? Tan solo el camino que habéis recorrido hasta llegar al jardín. Aún no ha concluido vuestro viaje. Lo que os convierte en caminantes no es llegar al final del camino, sino el hecho de caminar. Cuando el caminante llega a su meta, deja de ser caminante. Lo que hace que continuéis vuestro viaje es la esperanza de encontraros con el jardinero: la esperanza del encuentro es lar razón por la que seguís vuestro camino. La apariencia os da razones para no poder afirmar la existencia del jardinero. Pero la esperanza del encuentro con Él es lo que da sentido a vuestra vida, es vuestra razón de ser”.


(Buscando un solución a la Parábola del jardinero)

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