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lunes, 1 de agosto de 2011

SORBO A SORBO NOS BEBEMOS NUESTRA ALEGRÍA


Nada más marchar dejo claro que su despedida no era como otras cualquiera.Ya no le quedaban fuerzas para empezar de nuevo y eso le obsesionaba como si fuese en cualquier momento a perder todo. Sin embargo se había comprometido con su hija , Jana. Jana era una niña todavía pequeña pero que había recibido la educación de lo deseducable , o sea, aprender a comprender que la vida no es fácil , a aprender que las penas y alegrías nos atrapan a menudo demasiado, a aprender que la amistad es un gran valor, a aprender que luchar por la verdad es lo más importante, a aprender que nada debemos dar por aprendido, a aprender que los buenos momentos solo se pueden sorber poquito a poquito como si en el deleite la vida nos supiese a más rato hermoso. El sentía que ahora le interesaba ofrecer a su vida una alternativa que no fuese la de siempre la que se realiza la noche de fin de año, la que empieza con buenos propósitos y acaba la día siguiente. Por eso se había comprado una moto para escapar hacía alguna parte. Su moto era la identidad de un motard que cabalga a lomos de una Harley o una ..... De hecho se había buscado alguna que le fuese bien para aguantarse encima largos ratos. 
Ese día marchó hacía Salamanca a no se que hacer pero su rumbo lo marco un nombre que le sonaba constantemente en su cabeza. La ciudad de don Torrente Ballester con su pregón contra una Catalunya que robaba los papeles de la historia de España. Llevaba ya 300 kilómetros cuando recordó que a Jana no le había dejado dinero para hacer frente a estos días. Compartía a Jana con sus amigos y amigas que la guardaban como si fuera un tesoro por descubrir. Por eso ella nunca tenia sensación de .... El paro en el pueblo de Guíjelos para beber y refrescarse. Su viaje empezaba justo entonces con poca ropa, muchos libros, sus botas de soldado retirado,su cuaderno de notas y su estilográfica. Su alimentación vegetariana le había llevado a improvisar sobre la marcha en tenderetes y comercios algo de fruta o verdura cruda que no le sentaba nada mal. Descubrir que solo te queda la última oportunidad para vivir como tu deseas le hacía escapar con unas ansias inusuales buscando la línea recta en el horizonte. El pueblo vacío no acogía una hospitalidad que tampoco buscaba. Su renuncia a llevar móvil  conseguía más una incomunicación que acompañaba su carácter. Ya no le gustaba pararse para hablar con la gente, esta le había servido para vivir todavía peor consigo mismo. No era sociable y tampoco lo pretendía ser aunque a veces reconocía que tanta soledad acababan por rozar ciertas dosis de locura. 
Dejo pues atrás algo que siempre apreció : la alegría ... ¿Quien había estado alegre en su vida? ¿ Qué personas habían encontrado en la alegría la clave de su existencia? ? ¿Cómo se había conseguido esa alegría cuando se buscaba? Pensó que pocas personas las identificaba como alegres por eso se refugiaba en una melancolía pesimista que obligaba a sentir que siempre todo se le escapa a uno si mira demasiado el pasado  y el futuro prometedor. Sin dudar aquellos 10 minutos sirvieron para dar marcha atrás y regresar de nuevo a casa junto a su Jana .. Aquellas preguntas le habían hecho entender que Jana era eso que le hacía aprender que sorbo a sorbo bebemos cotidianamente nuestra alegría. 

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