La sardina que antes de marchar se había despedido dando su nombre -Josefina - era en el fondo de sus muchos fondos marinos que cada día nadaba, una especie desconocida . Quien se podía imaginar una sardina parlanchina , saltarina y filósofa en estos tiempos, aproximarse a medianoche a llamar a la puerta de una casa vieja de pueblo . Puede que para la sardina -amiga - el mar se encontrara enmarcado en la privación real de una libertad respetable y comprensible , que era bien presente. ¿Como era eso de nadar entre plásticos, entre detritus , entre neumáticos , o botellas, o enseres increibles como sillas, zapatillas, o pieles de naranja amarga o de plátano ? Por eso no era precisamente para Josefina una forma vida apetecible la que se nadaba para vivir a diario.
Irene , si , pensaba en ese encuentro a media noche . Si las casualidades no nos hicieran pensar a menudo , ella no habría escrito un cuento con ese nombre .
A partir de ese día Irene cuando iba a esta bonita playa a primera hora de la mañana con sus zapatillas, su gafas de buceo , su tubo respirador o sus aletas de pato , buscaba en la profundidad si encontraba a Josefina . A la derecha, izquierda, enfrente, detràs, al lado, al otro lado... Incapaz de distinguir entre los peces -todavía muchos - iguales en tamaño,formas, y todos parecidos si iban en bandada . Bueno eso de ir en bandada siempre le dió que pensar a Irene.¿Los humanos también vamos en bandadas cuando caminamos, viajamos, volamos en aviones, o en globo, o nadamos , o ...?
Por un momento obtuvo provisionalmente una respuesta : somos demasíado individualistas . Irene que algo leía , no recordaba ni el autor ni el libro , pero si que el ser humano vive en una constante paradoja : no soportamos a los demás a veces pero queremos vivir con ellos , una insociable sociabilidad que convierte esto en el dilema humano.
¿puede que una sardina como Josefina no se haga este tipo de preguntas, para qué ? ¿puede que los pulpos con sus tentáculos y agarraderas como ventosas no reflexionen cuando los humanos buscamos con arpones o tridentes entre las rocas sus escondites para engañarlos ?
Ese agua , saliendo de la playa , era inexiste , cuando Irene caminaba el recorrido entre la playa y su casa . EL calor asfixiante de ese tramo hasta su hogar le era interminable a las 12 del mediodia, cuando todas las demás personas, salían a tomar el sol dirección a la playa.
Entonces llegaba la tarde y estirada en su cama imaginaba una balsa flotando y así pasaba el tiempo , el tiempo que quería detener en su fondo marino . En su balsa , o bote salvavidas , viajaba imaginando aventuras con tantas y tantas josefinas , o Silesios , esos pulpos que alguna vez veía o bien caballitos de mar los Ernestinos . De estos últimos precisamente siempre le había sorprendido su hermafroditismo . ¿Por qué los seres humanos no podían serlo también ?
Tantas y tantas cosas nos separaban de el mundo de los peces .
Irene estaba contenta y reía a carcajada suelta expresando la belleza que el mar le daba siempre y su imaginación le prestaba. Por eso era tremendamente feliz , confinada en ese mundo .
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