Valga como ejemplo que en muchos de los banquetes en pleno siglo XXI los sesos de avestruz, de tamaño pequeño, representan un manjar exquisito en muchas de las mesas de la alta sociedad gastronómica. Como puede serlo el pate de oca o foie de pato o foie gras donde las ocas se alimentan deformando sus hígados y provocar una cirrosis en estas aves. Pero no es el único ejemplo de este sadismo humano frente a el uso de los animales en la cocina. Los pajarillos que llevan el nombre de "escribanos del hortelano", pequeñillos representan un manjar para estas mesas gastronómicas que no reparan en este placer. Estos pajarillos son alimentados para que doblen o tripliquen sus cuerpecitos, pero antes los dejan ciegos para que sólo se concentren en esta acción de comer. Una vez cocinados los comensales incluso para disfrutar de el manjar de dioses son capaces de taparse sus rostros para favorecer aún más esos vapores que los pajarillos cocinados desprenden. Sin olvidar que los ahogan en coñac para que no pierdan el sabor máximo.
En este tipo de ejemplos observamos como hoy la gastronomía presume de una ambrosia divina a costa del maltrato animal y de un uso perverso con su poder frente al resto de especies. Si analizamos lo que hemos dicho hasta ahora no resulta nada curioso que el veganismo se vaya imponiendo cada vez más, y que el vegetarianismo sea una de las opciones que permiten que esa relación naturaleza y cultura se convierta en una oportunidad para respetarse mutuamente. Es cierto que en esa situación el mercado y la industria alimentaria juega un papel importante, las piscifactorías, los cultivos hidropónicos, la agricultura sostenible, la ganadería ejercen mecanismos para mejorar esa direccionalidad entre animal y humano. Si hace años la carne dentro de la medicina actual era motivo para sostener la necesidad de reducción del consumo, así como la reflexión sobre circos, zoos, fiestas con animales, domesticación de estos, caza, pesca, lo que implicaba una filosofía sobre las especies que incluyera un mejor trato, unos derechos; ahora el discurso debería empezar a mejorar otras cosas que se han quedado en el tintero. Una de ellas está claro que es esas comidas en forma de cenas, de banquetes, de menus degustación que en apariencia mostrarían ciertas catarsis hedonistas para el placer de los sentidos, pero que en el fondo insisten una vez más en ese egocentrismo humano nada eucarístico por supuesto.
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