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miércoles, 18 de marzo de 2020

KÉTER

Bar Jochai había hablado con DIos. Él lo sabía pero nadie más que él. Sus estudios kabalísticos apuntaban a  la cueva en el Mar Muerto que lo ocultó durante más de 12 años. Un exilio que le transformó en un ser luminoso . El Sefer ha -Zohar como libro del esplendor o de la luz convirtió a Bar Jochai en un héroe sin profecía. 
Aquel día salió a encontrarse con su camino habitual. Este le representaba todo aquello ordinario que su llamada le obligaba. Una llamada a la aventura para buscar estímular su vida eremita. Puede que aquella vez sus pasos fuesen algo distintos al mirar lo que oía. Porque estaba convencido que uno puede oir lo que ve . Hay estaba el follaje espeso de las lianas atravesandole como siempre sus ideas de rechazar todo absolutamente que no fuese uno mismo. Jochai tenia el convencimiento de sentir la presencia de Dios en sus pasos. No sólo era eso , más bien , deseaba establecer un diálogo holgado con el creador. Emanaba luz todo su ser cuando en sus pensamientos la imagen divina se revelaba como Dios. Sin embargo , el camino , como siempre penso no era su manifestación pues el rechazo era evidente hacía su persona . Un ser proscrito , alejado , un leproso según la ley. Un intocable , un arrinconado . Bar Joachai debía realizar una travesía hacía el umbral y encontrarse con los guardianes , para traspasar al mundo especial. Ese era su viaje interior. 

En el caminar seguramente encontraria aliados, enemigos y superaría ambos con las pruebas que por difíciles que fueran le serían fáciles para este. No era un hombre cualquiera. La primera prueba le llegó al cabo de dos horas de camino. Frente había una serpiente de cascabel que encarada se dirigió  a su rostro. Sus ojos le miraban fijamente. El sin parpadear absolutamente nada , se atrevió a cogerla por la cabeza y golpear su cráneo contra una gran roca del camino. La béstia dejó alli un líquido viscoso. Una segunda le vino al cabo de largas horas , entrando en la tarde , se había parado a comer una manzana que llevaba en la mochila y unas almendras. Agazapado bajo una encina decidió dormitar algun rato y descansar para afrontar mejor la última parte del camino. Al despertar , decubrió que le había desaparecido la mochila . Alguien se la llevó mientras dormía. Por eso debío afrontar sin comida , bebida y luz alguna , ni mapa la travesía. Llevaba un bastón largo que había recogido al salir de la cabaña. Su mano tembló cuando después de emprender de nuevo el camino entro en una caverna profunda de maleza, árboles, plantas , que a modo de cenáculo le descubrieron sus múltiples habitantes. Una infinidad de murciélagos enanos por todos los ramales que con su batir de alas miraban atentos su pasar desapercibido. Silencio total. A penas un movimiento brusco. 
La odisea le podía llevar a una cierta muerte si no era precavido pero esa misma idea le hizo resucitar con más fuerza sus esperanzas en conseguir recompensas como el elixir del conocimiento que tanto anhelaba. 
Acaso , su padre un día no le habló de la importancia del conocimiento como una necesidad vital del ser hombre de verdad ? Y así si fuese posible el regreso a su punto de partida , la lucha final consigo mismo quizás le llevaran a ese diálogo con el Dios que tanto buscava. Una nueva resurección de lo que llevaba 12 años intentando conseguir . 
Así fué como Ben un día sin saber porqué se encontró cara a cara con Dios . El héroe había luchado con su sombra para bailar el vals con Dios mismo. La sabiduría le había prometido que un día vería a Dios pero que guardaría silencio para siempre . y así fué , nunca más pudo salir de su boca una sola palabra . 

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