"El mundo está enfermo , padecemos un locura .El hombre ajeno a esta realidad se comporta como si fuera único y con una soberbia infinita que arrasa con todo" ( Nietzsche )
Zolasvof era un ser solitario . Tanto, que la soledad le perseguía a toda prisa fuera primavera o invierno. Un hombre uraño , retraido , parco en palabra , de entrecejo fruncido , de mirada ausente.
Sus únicas pasiones era tomar el te de media tarde , meditar de buena mañana, sentarse en el sillón viejo para leer sus montones de libros, escribir sus cuentos , mirar sus plantas en el balcón, y descubrirse apasionado por algo tan alejado como una frase o una idea que ese día había descubierto . No era casualidad que en su indigencia viviera de las muchas noches de insomnio , de sus idas y venidas al país de los sueños perdidos .
Un día hasta soño que volaba pero cayo pronto al vacío. Nadie tenia mucho contacto con este hombre de barba canosa y de aspecto de leñador del himalaya . A penas emitia un sonido al bajar la escalera para salir a la calle . Allí paseaba con un circuito aprendido para no despistarse algún día . A menudo lo ocurría consigo mismo . Así era su vida de hombre de las montañas en una ciudad gris y patética , de contaminación alta y de corazón de piedra .
En el tren se acostumbraba a no mirar a nadie a los ojos por timidez , para escapar de todo el mundo . De un mundo ajeno a él . Lo que a veces le salvaba de tanto dolor era su melancolía fijada en los carteles de casa , en sus cuadros de Modigliani , en los de Roses, en los de Ladrón de Guevara, en los de Rosa , en los de Carlos, en los suyos sin firma . Zolasvof estaba enfermo desde hacía años. Muchos ya. Pero tampoco le importaba al recostarse en su cama amplia y fría noche tras noche sin el pijama.
Se aislaba entonces más. Tapaba sus oídos con tapones de silicona , sin cerrar su puerta , dejando la luz del rellano de la escalera abierta hasta el amanecer.
Vivía de la costumbre con esa enfermedad que es el mundo. Hostil e inhóspito . Un circo de payasos insensibles, un vertedero de residuos que desprendía un hedor nauseabundo . Triste se sentía a ratos cuando recordaba sus clases como profesor. Alegre se pensaba en otros momentos cuando imaginaba vidas paralelas que todavía no había vivido.
Así dia tras día . Monotonía . Aburrimiento . Insatisfacción. Como un ser encadenado a sus circunstancias . Por eso , un día ya no salió de su casa, su hogar. Y nadie le vió nunca más. Lo más curioso es que sus facturas al mes siguieron pagándose año tras año . Hoy seguramente debería tener 1000 años.
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