Todo era verdad. La frase empezó de buena mañana. Aquel mantra se le repetió a lo largo de días e incluso años . Ahora con 60 años le daba que pensar.
El paseo rutinario le descubrió alejado del mundo que vivía. ¿Quienes son esas que me miran? ¿Acaso no ven , no escuchan, no huelen, no tocan, no sienten ? El presagio de que algo estaba cambiando no era incierto. Pero a el no le daba igual. Vestido de negro como siempre intentaba conseguir una cierta paz y serenidad incapaz de Dios. Aquella vez que intento acabar con todo su ser desapareció para siempre . La desconexión consigo mismo desde entonces le devolvía a sus fantasmas permanentes. Todo era verdad y así vivia . Vivir con la desesperanza de un Pessoa que desasosiega, vivir con el pensimismo de un Shopenhauer , vivir con la melancolía de un Celan , vivir sin vivir . Recordándole siempre esa desconexión entre ser y verdad , entre uno mismo y su compromiso.
Las tardes le presentaban a veces todavía más las calcomanias de la memoria , sus huellas advirtiéndole que en el fracaso está el mayor éxito .
Era un contarse cuentos bonitos como toda su vida vulgar había sido, era un cuento trágico o cómico como el regalo que la existencia le dio a pensar. Contar cuentos para que toda sea verdad . Hombre deshabitado con su pena y silencio en los bolsillos , caminando sin mirada alguna de nadie . Abandonado de todo polvo en sus zapatos no había emprendido ninguna esperanza . La soledad en la garganta abatia su nombre . Sin armas ahora una y otra vez se aprendía a contar los últimos cuentos de su único mantra .
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